Ne tuez pas la personne humaine,
car Allah l'a déclarée sacrée.
(Coran VI, 151)
Hará unos 15 días, te contaba en aquel café las cosas que realmente me daban miedo, y que prefería mil fantasmas a solo pensar que pudieran pasarme...
A tan sólo dos días y medio de la tragedia de París, hoy siento que algo terrible me (nos) ha sucedido.
Y es algo que va mucho más allá de las víctimas, del dolor de sus familias que jamás pensaron que aquella noche de viernes acabaría así... sin duda, lo más grave son esas pérdidas que en cada rincón del mundo con dos dedos de frente sentimos como nuestras. Pero a los daños personales hay que sumar esa mella emocional en nuestros corazones.
Sentimientos de rabia, de impotencia, de incertidumbre, de odio, de indignación, de consternación, ¡hasta de venganza! invaden como una onda expansiva más nuestras entrañas, matándonos la poca inocencia que nos quedaba y la fe en la bondad de todo hombre.
No recuerdo haber vivido con miedo mi infancia, y las únicas recomendaciones que la enturbiaban eran tales como: "no te vayas con desconocidos" o "no comas nada que te dé la gente por ahí", pero ahora, siendo realistas, deberíamos añadir: "evita las aglomeraciones", "no te sientes en el transporte público cerca de personas de aspecto extraño", "no toques una mochila aunque parezca que no es de nadie"... una locura que es prácticamente inevitable cuando los que atentan no tienen ni un ápice de cordura, lógica ni razón (¿acaso interpretan bien el Corán?)
Ver el telediario, escuchar las noticias o leer los periódicos se ha convertido en un acto de osadía, y hay que tener valor para sobrellevar lo que dicen que pasa en este mundo cada vez más inhabitable que vivimos, y lo que no se dice porque ya es habitual los muertos de Siria, los refugiados, las violaciones de los derechos humanos, los niños armados... tanto, que ya no son noticia...
A veces pienso que hay que poner un punto de raciocinio y serenarse; y otras que lo más sensato es vivir en permanente estado de alerta por lo que pueda pasar. Pero, ¿es éste el mundo que queremos dejar a nuestros hijos? ¿vemos ya como normal tener que cambiar de canal para que ellos no vean la miseria que les ofrecemos como herencia? ¿tiene sentido seguir trayendo hijos a esta tierra podrida de gente corrupta, de contaminación y de indignos suicidas que se llevan su vida y la de cientos de personas esgrimiendo argumentos "religiosos"? ¿acaso ellos podrán salvarlo?
Sonia, yo pensando con el corazón por un lado te diría que no, que no merece la pena traer un hijo a este mundo tan triste y horrible en el que vivimos, en el cual el radicalismo, la incultura, el fanatismo, el hambre, la desesperación se apoderan de él, porque la mayoría de las veces muchos de nosotros miramos para otro lado, y sé que esta perspectiva parecerá un poco dura, pero es que cualquier, cualquier ciudadano del mundo tiene poder para cambiar cosas no mirando para otro lado y actuando.
ResponderEliminarSiento mucho, mucho lo mal que lo estaréis pasando aquellos con hijos, y sobre todo con cierta edad, porque esto tiene que ser muy duro de explicar.
Un besito
Sí la verdad, Enma me preguntó ayer qué era un terrorista y porqué dicen que las granadas hacen ruido si sólo se comen... en fin, ¿creer que ellos puedan cambiarlo? Quizás...
EliminarAy Sonia, que miedo la noche del viernes. Miedo porque nos pase, por lo que pueda pasar y lo que ya ha pasado... pero con ese miedo no se puede vivir y entre todos los que tenemos dos dedos de frente tenemos que intentar hacer este mundo mejor... Nos lo merecemos nosotros y los que vienen después!
ResponderEliminarEl miedo es lícito, pero coartar la libertad de un niño en un parque por miedo o miedo a ir a una cabalgata por el peligro que supone una aglomeración o a una manifestación por la paz... que lo tengamos es normal pero que se lo transmitamos...
EliminarPrefiero no poner en este bello lugar que es tu blog, lo que pienso. Tú ya atisbas que la esperanza y yo no nos llevamos byen desde hace tiempo.
ResponderEliminarLa esperanza es el motor que nos acerca al horizonte, como el horizonte es inalcanzable, la esperanza debe ser inagotable
EliminarEso mismo me pregunto yo...y no hay día que no vea las noticias y no termine con un nudo en la garganta o con los ojos llenos de lagrimas, ya sea por París, por los refugiados que llegan o por mil cosas más y miro a mi peque y solo pido que no tenga que pasar por nada de eso. Creo que lo mejor para luchar contra todo eso es darles educación, cultura y unos valores firmes...yo no pierdo la esperanza, nuestros peques ya están aquí, no los podemos volver a meter en la tripa así que hay que luchar con lo que tenemos y creo que la educación y la mente abierta son nuestras mejores armas.
ResponderEliminarUn abrazo ;)
Yo tampoco pierdo la esperanza aunque es difícil no vivir con el miedo en los huesos...
EliminarLo peor de los valores firmes es que dejan de ser firmes cuando se ven según qué cosas.
Yo estoy tocada y hundida con tu post y con el tema...
ResponderEliminarMe pasa como a Oscar ...
Quiero albergarla, de verdad. Lo deseo desde lo más profundo.
Por no poder no puedo ni hablar yo del tema en mi espacio de cómo me pongo...
Pues te copio lo mismo que le dije a él: "La esperanza es el motor que nos acerca al horizonte, como el horizonte es inalcanzable, la esperanza debe ser inagotable".
EliminarTe entiendo perfectamente...