Una fiesta de cumpleaños de princesas

Ya creía yo que nos íbamos a librar de esa etapa princesil donde todo es rosa y brillante y que abduce a las niñas entre los 3 y 5 años... pero no. En el minuto de descuento y a velocidad de vértigo, apreciamos la transformación de una niña interesada en jugar con sus muñecos en una mini princesa que canta al pie de la letra las canciones de Sofía y baila el vals en sus "aposentos" (tal cual).

Podréis imaginar que unas navidades de por medio han servido para abastecernos de todo el atuendo necesario y sus miles de complementos entre los que se encuentran amuletos, pijamas, joyeros, mochilas, muñecas y peluches, todo en ese morado tan poco desapercibido que la tiene embelesada.

Y como no podía ser menos, a tan solo 15 días de su 5º cumpleaños, su deseo no se hizo esperar: "mamá, papá, quiero una fiesta de princesas por mi cumpleaños".

Puesta en marcha la maquinaria, contábamos con gran parte del atrezzo, así que fue más o menos fácil encontrar el resto. Como este año contábamos con la presencia de alguna amiguita del cole y varios hijos de amigos, decidimos tener algo más de espacio en el local de la comunidad de vecinos en lugar de hacinarnos todos dentro de casa.

Una mesa larga en en centro para que los niños se sentasen a merendar, sillas dispersas por el perímetro donde poder sentarnos el resto y una mesa donde colocar las comidas y bebidas fue suficiente. Personalicé el texto de la invitación y la mandé por WhatsApp a cada uno de los invitados (y sus padres), explicando que podían venir disfrazados.

El resto era cuestión de impresora (descárgate el archivo con la decoración), de papelería y de tiendas especializadas donde no nos costó encontrar globos y vajilla desechable morada, servilletas y piñata de Sofía y unas coronas plateadas para agasajar a las mini invitadas.

Un par de juegos en la recámara por si se aburrían (el famoso de las sillas y el "ponle la corona a la princesa" mi versión adaptada de "pon la cola al burro con los ojos tapados") a los que apenas hizo falta recurrir y espacio para correr y caerse sin peligros.

El ritual de la tarta, la piñata y jugar con los regalos ponen la guinda a un viernes agotador que culmina con unos niños rendidos que caen fulminados en la cama.

La tarta este año, de chocolate y nata vegetal, la encargamos en Pastelería Bouquet. A todos los que tenéis problemas de alergias alimentarias o intolerancias os la recomiendo, aunque como yo, os tengáis que recorrer media comunidad. Estaba rica y jugosa, además de preciosa y perfectamente etiquetada, una alternativa apta para todos donde los alérgicos comen como el resto sin distinción.

La verdad es que no estamos muy acostumbrados a estas fiestas de cumpleaños, pero creo que esta vez salimos airosos y cruzaremos los dedos para que su deseo cunado cumpla seis sea más sencillo y familiar.
¿Alguien más en la sala con una princesa en casa a la que agasajar?