Dos días por delante para mí, para tumbarme al sol en la piscina, comer algo ligero, leer y descansar bajo la sombrilla. Eso pensaba ayer, mi primer día libre gracias a las fiestas locales del municipio en que trabajo. Oscar en la oficina, Enma en el cole y yo con todo el tiempo para organizar dos jornadas enteritas en solitario. Pero el primer día me lié con compras, coche en el taller, etc y hoy... en fin, ya véis, amaneció nublado. Y en esas estaba, decidiendo plan alternativo, cuando me llegó un whatsapp con una propuesta tentadora: "¿comemos algo en Cañadío?"
Y como irresistible que es, allí acabamos. Cañadío Madrid (C/ Conde de Peñalver nº86), la puerta meridional de acceso a una cocina cántabra de altura. Con una buena materia prima y cuidando las texturas, guiña un ojo a la cocina de autor. Podemos encontrar desde platos de cuchara "rejuvenecidos" como el famoso cocido montañés a las originales croquetas de chorizo lebaniego, bocartes sobre tempura de aros de cebolla, pudin de cabracho de roca...
Aunque sin duda alguna, lo mejor del lugar son los pinchos, tan colocaditos y apetecibles en la barra. Un par de ellos (o tres) con un buen vinito y de postre la tarta de queso con salsa de toffee (y peineta de caramelo) es la cantidad perfecta para degustar y quedarse con ganas de repetir.
Ha sido una buena guinda para rematar este día festivo en que he podido disfrutar más con Oscar y Enma de lo que suele ser habitual un laborable cualquiera.
Ensalada de crujiente de queso de cabra |
Tarta de queso con salsa de toffee (Cañadio Madrid) |
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