Mis 6 conclusiones de este verano

En vacaciones siempre aprendo muchas cosas. Conocer sitios nuevos abre la mente, sí, pero tener más tiempo para convivir con los tuyos y contigo mismo hacen que descubras pequeños placeres, valores ciertas rutinas y te plantees cosas que puedan mejorar tu vida y la de los que te rodean.

No pienses que vuelvo zen (¡ojalá!) ni que voy a hacer un cambio radical en mi vida. No me replanteo nada transcendental, solo son pequeñas reflexiones (muchas jocosas) que el verano me ha servido en bandeja estos días. Y son:

1. Se puede vivir con menos. Una reflexión que surge tras haber hecho las correspondientes maletas para tres destinos diferentes. Habiendo lavadora, la mitad de la ropa que tenemos, sobra.

2. La tecnología debería servir para unir a las personas pero en realidad las separa. Cuando las redes sociales te conectaban con gente que hacía tiempo que no veías o que tenías lejos, cuando llegó whatsapp y sus grupos o cuando podías hablar y ver a tu tía lejana por Skype todos aplaudimos. Pero ver a la gente cazando Pokemons, a familias enteras tecleando alrededor de una mesa silenciosa o a quien le importa más la foto que el sitio... me entran ganas de llorar. Yo aprendí la lección hace 2 veranos que viví unas vacaciones-de-pantalla y, aunque cuesta, se puede.

3. La importancia de ir documentado y comunicado. Conclusión que surge de una rayadura mental mañanera. Salir a correr sin nada que te pueda identificar ni avisar si te pasa algo es peligroso. Así que nosotros ya le hemos puesto remedio.

4. El mar es el mejor ruido blanco que existe. De los ruidos blancos ya te hablaré otro día. Hoy solo te contaré que las siestas de Celia en la orilla del mar eran de órdago. Teniendo en cuenta que ella es de dormir a ratitos cortos durante el día, estar hora y media seguida es algo asombroso.

5. Que los demás hagan mal las cosas no te exime a ti de hacer lo correcto. Básico, ¿no?. Pues no lo es tanto. A estas alturas de la vida, creo que conducir y coger sitio en la playa sacan al ser más primario que llevamos dentro. Y da igual lo mucho que madrugues para "coger un buen sitio" que siempre llega alguien después que tú y te clava la sombrilla a 1 cm de tu pie. Insisto, con el coche y en la arena, es imprescindible conocer que existe una distancia de seguridad, de educación, de respeto. Cuando menos, dan ganas de desmontarles el chiringuito, tumbarse encima o decorar su toalla con castillos de arena... porque lo de las miradas asesinas no funciona.

6. Más improvisar, menos planear. Levantarte y no saber lo que vas a hacer ese día es una experiencia única a la que no suelo estar acostumbrada.

Y podría seguir enumerando lo que he descubierto y aprendido, como lo que le gustan a Enma las coquinas o todo lo que un bebé de 4 meses es capaz de captar, pero para ser mi primer post después de un parón veraniego de mes y medio ya está bien, ¿verdad?
Bueeeeno. Me alegro de estar por aquí de nuevo, con muchas ganas e ideas pero con poco tiempo. Así que espero seguir un ritmo de publicaciones aceptable y que esto no decaiga demasiado.

Ahora que todos estamos inmersos en la vuelta a la rutina, ¿me cuentas tu verano y nos regodeamos?