jueves, 18 de diciembre de 2014

Enemigo invisible

De todos es conocido el "amigo invisible" en cualquiera de sus variedades, la anónima o la personalizada, la de "puede ser comprado" o "necesariamente hecho a mano", la variedad donde el regalador se autodescubre o en la que el regalado tiene que adivinar de quién partió su presente...

Pero no tan afamado es su antónimo juego y, sin duda, más divertido: "El enemigo invisible".
Cada uno de los asistentes participa llevando unos cuantos regalos con tres condiciones indispensables: que estén envueltos con esmero (mejor cuanto más bonito sea el envoltorio), que no sean comprados ni hechos a mano expresamente para la ocasión y que sean servibles (es decir, no vale un calendario de hace 3 años ni un bote de colonia ya gastado, por ejemplo).

Se trataría de dar una segunda oportunidad a aquellos enseres de segunda mano que ya no necesitamos, regalos que nunca fueron utilizados porque no acertaron con nuestros gustos u objetos que  en su momento nos dieron su uso pero que ahora duermen un letargo eterno en un cajón...

Lo  primero es preparar las papeletas, pues en definitiva se trata de un sorteo. Haremos tantos números como regalos haya y un 25% más (aproximadamente) y lo haremos por duplicado, uno de los cuales repartiremos entre los asistentes. El otro juego de papeletas se meterá en un gorro o bolsa para hacer el sorteo.
La mano inocente sacará los números y, como en un bingo, el que lo tenga coge un regalo pero no lo abre. Y así sucesivamente hasta que se acaben los regalos. Como hay  más números que regalos, los siguientes afortunados tendrán que robar los regalos que más "apetecibles" les resulten a los demás. Terminadas las papeletas del sorteo, se acaba el juego y se procede a abrir los regalos.

Papeletas del juego 'Enemigo Invisible'

La verdad es que siempre que lo hemos hecho lo hemos pasado en grande, imaginando qué regalo escondía el paquetito en cuestión, que fue robado en numerosas ocasiones y pasó por varias manos para comprobar que se trataba de un peluche que rezaba, o un horrible pato de bronce, o un juego de té donde la jarra y la taza eran sendos atributos sexuales... en fin, objetos nada decorativos de dudoso gusto y estilo pero otros bastante aparentes (collares, ponchos, pijamas, cd's...) que pasaron a tener otro dueño que los salvó de seguir tirados en cualquier parte.

¿Vosotros organizáis algún juego parecido en estas fechas? ¿Con familia, amigos o entre los compañeros de trabajo?

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