No soy capaz de recordar la última vez que me subí al teleférico. Tal vez por eso mis amigos decidieron sorprenderme, agasajada por mi cumpleaños y después de una buena hamburguesa de kobe, y me invitaron a volar por el cielo de Madrid.
El día amaneció soleado pero por la tarde todo rastro del luminoso día se esfumó, así que las fotos no salieron tan radiantes como esperaba pero permitieron que las vistas no se eclipsaran con los destellos del astro rey.
El teleférico de Madrid se inauguró en junio de 1969, bajo la alcaldía de Carlos Arias Navarro y en sus principios contó con algún problemilla entre los vecinos, que alegaban falta de intimidad en sus hogares al sobrevolarles decenas de ojos puestos en ellos.
Hoy en día dispone de 80 cabinas por las que pasan 310.000 pasajeros al año. Con 40 metros de altura máxima y casi 2 km y medio de longitud que se recorren en 11 minutos, une dos puntos estratégicos a ambos lados de la M30.
La verdad es que el trayecto se hace muy corto y en absoluto se nota la sensación de vacío ni el vértigo de la altura. Si tienes suerte, hay cabinas que cuentan con una locución que narra el paisaje que se divisa desde lo alto.
Y así, en estas cajitas metálicas, sobrevolamos el Parque del Oeste y la Rosaleda, continuando por encima de la emblemática estación de Príncipe Pío, hoy transformada en intercambiador de transportes y en centro comercial.
Vistas inigualables las que se tienen de la Catedral de la Almudena y del Palacio Real, las cúpulas de la basílica de san Francisco el Grande y de los jardines que acompañan al Manzanares en su espacio conocido como Madrid Río.
Pero esta panorámica del Madrid antiguo contrasta con ese nueva perspectiva que también se aprecia desde el Teleférico. El Faro de Moncloa y las Cuatro Torres dominan el skyline tan monótono a veces, y se erigen como la guinda más moderna de la capital.
El trayecto finaliza en la Casa de Campo, uno de los pulmones verdes de Madrid. Las cabinas tocan literalmente las copas de los castaños, encinas y fresnos mientras observamos las barcas navegando por el lago y los tortuosos recorridos, cada vez más impresionantes, del Parque de Atracciones.
El Teleférico abre todos los días del año de marzo a septiembre incluidos festivos (de 9 a 14 y de 15 a 18) y el billete ida y vuelta cuesta 5,8€ (gratis los menores de 3 años, consultar ofertas).
Si no has estado o hace mucho que montaste, te lo recomiendo como un plan divertido para hacer con niños esta primavera y enseñarles Madrid a vista de pájaro. ¿Te animas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja aquí tu comentario